La IA ya no es el futuro, está aquí y vino para quedarse, queramos o no. Sé que muchos compañeros abogados son reacios a su uso y las últimas noticias que se han publicado sobre abogacía e inteligencia artificial no incentivan que la utilicemos en el ejercicio de nuestra profesión, por eso hoy me gustaría romper una lanza a su favor: puede ser una herramienta muy útil para nuestro trabajo si sabemos cómo utilizarla, y los abogados, vanguardia de la anquilosada Administración de Justicia, ya vamos tarde respecto a los profesionales de otros ámbitos.

La idea principal que debemos tener presente para el buen uso jurídico de la IA, es que se trata de un instrumento complementario para ayudarnos con nuestro trabajo, no para que lo haga por nosotros. Si para reducir la carga de trabajo le cedemos la toma de decisiones, dejando que se encargue de la dirección del pleito como si de un vehículo autónomo se tratase, vamos a estrellarnos. Su enorme habilidad a la hora de exponer la información de manera convincente junto con su tendencia a sufrir “alucinaciones” da lugar a errores, por lo que es imprescindible que los abogados revisemos y validemos los resultados que arroja, los adaptemos a lo que necesitamos y garanticemos su exactitud. La IA necesita supervisión y no siempre nos va a ahorrar tiempo. Personalmente, no utilizo Chat GPT para trabajar menos, sino para trabajar más y mejor.

Optimizaciones de tareas jurídicas y procesales con Chat GPT:

Aumento de contenido y posibles estrategias

Se trata de una herramienta muy valiosa para la preparación de los casos, pues nos proporciona diferentes perspectivas jurídicas del asunto y una panorámica más amplia. En muchas ocasiones tenemos la estrategia decidida desde que el cliente nos cuenta el problema por primera vez y vamos “a piñón fijo”, sin tener en cuenta o valorar otras opciones. La IA proporciona puntos de vista diferentes que podemos incorporar para disponer de una estrategia más completa, es como tener el apoyo de un abogado junior que pone sobre la mesa enfoques más numerosos y diversos. También es muy útil para la generación de escenarios hipotéticos, lo que permite anticiparnos a posibles estrategias de la parte contraria.

Para ello, lo adecuado es entablar una conversación e ir profundizando sobre lo que más nos interesa de las diferentes ideas que plantea. Si nos limitamos a hacer una pregunta esporádica, sin enlace con antecedentes ni consiguientes, lo más probable es que la respuesta sea genérica y poco satisfactoria. A la hora de plantearle las cuestiones tenemos que ser lo más específicos posible y ayudar proporcionándole el contexto: dándole el rol como abogado, advirtiéndole de que estamos hablando del ordenamiento jurídico español, indicándole el tipo de procedimiento, nuestra posición jurídica (demandante o demandado, acusación o defensa, etc.) y facilitándole todos los datos fácticos del asunto que puedan resultar útiles, sin introducir nunca datos personales por seguridad.

Preparación de interrogatorios

Tiene una enorme capacidad para plantear numerosas preguntas desde un punto de vista diferente, dependiendo de si el interrogado es nuestro cliente, la parte contraria, un testigo o un perito. Por ejemplo, si el testigo es de la parte adversa, sabe formular las preguntas para plantear dudas sobre su imparcialidad y credibilidad. Además, las ordena de una manera muy coherente y lógica, por lo que, si ya las tienes hechas, puedes simplemente pedirle que las agrupe y estructure.

Si incluye alguna cuestión que no tenías prevista, puedes preguntarle cuál es la finalidad de plantear dicha cuestión y su explicación puede darte un nuevo enfoque jurídico del asunto. Puede resultarte interesante si todavía estás a tiempo de exponer nuevos hechos o plantear más alegaciones jurídicas en el procedimiento.

Como he advertido anteriormente, siempre es necesario revisar la información que nos facilita, ya que suele prodigarse mucho en las preguntas y algunas pueden resultar impertinentes.

Resúmenes jurisprudenciales

Es muy útil para resumir varias sentencias en cuestión de segundos, esquematizar las ideas principales de cada una de ellas y los puntos en común. Para esta concreta tarea sí que nos permite ser más eficientes y centrar nuestros esfuerzos en la toma de decisiones que aportan valor.

Sin embargo, para garantizar su exactitud, debemos proporcionarle sentencias que previamente hayamos localizado mediante nuestras bases de datos para garantizar que las referencias sean correctas. Si no lo hacemos así, puede errar a la hora de identificar las sentencias de las que está hablando.

Limitaciones de la IA en tareas legales:

Debemos tener en cuenta que la IA no es perfecta, tiene limitaciones en su capacidad de procesamiento y análisis y puede generar resultados erróneos.

Citas jurisprudenciales: pese a que Chat GPT tiene acceso a CENDOJ (Centro de Documentación Judicial del Consejo General del Poder Judicial), la identificación que hace de las sentencias es inexacta: los fundamentos que expone son acertados, pero los relaciona con sentencias sin conexión con dichos fundamentos.

Revisión de documentos legales: por una cuestión de seguridad y confidencialidad de los datos que constan en los documentos legales, no la utilizo para este tipo de funciones.

Comunicación con los clientes: por una cuestión ética, y teniendo en cuenta además que la confianza entre abogado y cliente es el pilar de nuestra relación profesional, no me parece adecuado utilizar un Chatbot para esta función.

En conclusión, ¿es recomendable el uso de la IA por parte de abogados? Por supuesto que sí, si sabemos cómo y para qué utilizarla. Personalmente, uso ChatGPT como herramienta de apoyo para elevar la calidad de mi trabajo y poder logar los mejores resultados para mis clientes. Como abogados debemos defender sus intereses con el máximo celo y diligencia, ya no sólo por una cuestión ética, sino también deontológica, y para tan importante cometido toda ayuda me parece poca.

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